1. El sacerdote y los ministros se dirigen al altar, mientras el coro entona el canto de entrada [el diácono puede llevar solemnemente el Evangeliario y depositarlo sobre el altar].
El acólito con el libro se pone al lado del sacerdote para que recite la plegaria sacerdotal.
2. El sacerdote, inclinado ante el altar, ora en silencio o recita una plegaria sacerdotal:
Me acerco a tu altar, Dios omnipotente y eterno,
para ofrecer este sacrificio a tu majestad,
suplicando tu misericordia
por mi salvación y la de todo el pueblo.
Dígnate aceptarlo benignamente
pues eres bueno y piadoso.
Concédeme penetrar al abismo de tu bondad
y presentar mi oración con tal fervor
por tu pueblo santo,
que se vea colmado de tus dones.
Dame, Señor, una verdadera contrición y lágrimas
que consigan lavar mis propias culpas
y alcanzar tu gracia y tu misericordia.
3. El sacerdote besa el altar en silencio y se dirige a la sede con los ministros.
En las misas feriales de todo el año, y también en los domingos de Cuaresma, se omite el «Gloria a Dios en el cielo» (n. 4) y su oración (n. 6). Después de besar el altar, y llegado a la sede, el sacerdote [con las manos extendidas] saluda al pueblo (n. 7) [puede introducir brevemente la celebración], se sienta y a continuación se lee la primera lectura (n. 8).
Los acólitos acercan el incensario y la naveta al sacerdote.
4. A continuación se canta el himno:
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre,
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque solo tú eres Santo, solo tú Señor,
solo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
R/. Amén.
5. En las solemnidades, después del «Gloria a Dios en el cielo», el coro canta el Trisagio según se indica en el Propio.
6. Después del «Gloria a Dios en el cielo» y del Trisagio, si se ha cantado, el sacerdote, con las manos extendidas, recita la oración después del Gloria.
Al final de la oración todos responden:
Amén.
El sacerdote [con las manos juntas] dice la siguiente conclusión, si en el Propio no se indica otra fórmula de conclusión:
Por tu misericordia, Dios nuestro,
que eres bendito y vives y todo lo gobiernas,
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
7. El sacerdote [extendiendo las manos] saluda al pueblo diciendo:
El Señor esté siempre con vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu. (Et cum spiritu tuo)
[Se puede introducir brevemente la celebración invitando a escuchar con atención y silencio la Palabra de Dios].
8. [Todos se sientan] El lector [sube al ambón y] lee la Profecía:
Lectura del libro…
R/. Demos gracias a Dios.
Al final de la lectura, todos responden:
Amén.
9. El coro, terminada la Profecía, canta el responsorio:
10. El lector lee el Apóstol:
Lectura de la carta…
R/. Demos gracias a Dios.
Al final de la lectura, todos responden:
Amén.
[Todos cantan la aclamación antes del evangelio]
Los acólitos acercan el incensario y la naveta al sacerdote. El acólito con el incensario acompaña al diácono al ambón.
11. El diácono [toma el Evangeliario del altar] se dirige al ambón, acompañado por los ministros con incienso y cirios encendidos [y otros signos autorizados por la costumbre], y dice [con las manos juntas]:
El Señor esté siempre con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
12. [Todos se disponen a escuchar el Evangelio vueltos hacia el ambón] El diácono inciensa el libro y proclama el Evangelio:
El acólito recoge el incensario cuando termina de incensar el diácono y se coloca frente al ambón para incensarlo mientras el diácono proclama el Evangelio.
Lectura del Santo Evangelio según San…
R/. Gloria a Ti, Señor.
Al final de la lectura todos responden:
Amén.
[El diácono puede elevar el Libro para la aclamación del pueblo]
13. A continuación se tiene la homilía.
14. Terminada la homilía, el coro canta los «laudes».
El acólito añade el incienso necesario y encabeza la procesiõn de las ofrendas.
15. El coro entona el «sacrificium»; mientras [se prepara el altar], los fieles [precedidos eventualmente de incienso, cruz y cirios encendidos] llevan las ofrendas al altar [puede recibirlas el diácono o el sacerdote].
16. El diácono extiende el corporal sobre el altar y coloca sobre él la patena con el pan. Echa vino y un poco de agua en el cáliz y lo coloca igualmente sobre el corporal [puede cubrir los dones con un velo]. El sacerdote dice en secreto la siguiente oración:
Mira con rostro complacido,
Dios omnipotente y eterno,
esta oblación de pan y vino
que nosotros, indignos siervos tuyos,
colocamos sobre tu altar;
y recibe nuestra propia vida
como sacrificio agradable a ti
para que, renovados por tu gracia,
te glorifiquemos con nuestras alabanzas.
Los acólitos acercan el incensario y la naveta al sacerdote. Después preparan el lavabo y esperan hasta que el diácono termina de incensar al sacerdote.
17. El sacerdote puede incensar las ofrendas y el altar. Se lava las manos en silencio junto al altar y vuelve con los diáconos a la sede.
[La asamblea, puesta en pie, recibe la incensación]
Un acólito con el libro y otro para el micrófono se acercan hasta la sede.
18. El sacerdote, de pie, desde la sede, exhorta al pueblo:
Al final todos responden:
Amén.
Por la misericordia de nuestro Dios,
que es bendito y vive y todo lo gobierna
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
19. El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo a la oración diciendo:
Oremos.
Y el coro aclama Hágios [seguido por toda la asamblea]:
El acólito con el micrófono asiste al diácono.
20. El diácono recita el Díptico por la Iglesia:
I. Tengamos presente en nuestras oraciones
a la Iglesia santa y católica;
el Señor la haga crecer en la fe,
la esperanza y la caridad.
R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.
Otro diácono dice:
II. Recordemos a los pecadores, los cautivos,
los enfermos y los emigrantes:
el Señor los mire con bondad,
los libre, los sane y los conforte.
R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.
Los acólitos con el micrófono y el libro asisten al sacerdote que se dirige al altar.
21. El sacerdote [con las manos extendidas] dice la Oración entre los Dípticos:
Al final todos responden:
Amén.
El sacerdote [con las manos juntas] añade esta conclusión:
Por tu misericordia, Dios nuestro,
en cuya presencia recitamos los nombres
de los santos Apóstoles y Mártires,
Confesores y Vírgenes.
R/. Amén.
El acólito con el micrófono asiste al diácono.
22. Prosigue el diácono:
III. Ofrecen este sacrificio al Señor Dios
nuestros sacerdotes: N, el Papa de Roma,
nuestro pastor, N, Obispo de Madrid,
y todos los demás Obispos,
por sí mismos y por todo el clero,
por las Iglesias que tienen encomendadas
y por la Iglesia universal.
R/. Lo ofrecen por sí mismos
y por la Iglesia universal.
Otro diácono dice:
IV. Lo ofrecen igualmente todos los presbíteros,
diáconos y ministros y los fieles presentes,
en honor de los Santos,
por sí mismos y por los suyos.
R/. Lo ofrecen por sí mismos
y por la Iglesia universal.
El primer diácono dice:
V. En memoria de los santos apóstoles y mártires,
de la gloriosa siempre Virgen María,
de su esposo José,
de Zacarías, Juan, los Inocentes, Esteban,
Pedro y Pablo, Juan, Santiago, Andrés,
Acisclo, Torcuato, Fructuoso, [Pelayo, Jorge]
Félix, Vicente, Eulogio, Justo y Pastor,
Justa y Rufina, Eulalia (de Mérida),
Eulalia (de Barcelona), Leocadia.
R/. Y de todos los Mártires.
El segundo diácono dice:
VI. En memoria igualmente de los confesores [de
la fe]: Hilario, Atanasio, Martín, Ambrosio,
Agustín, Fulgencio, Leandro, Isidoro,
Braulio, Eugenio, Ildefonso, Julián,
[Isidro, María]
R/. Y de todos los Confesores.
El primer diácono dice:
VII. Lo ofrece la Iglesia de Dios, santa y católica,
por las almas de todos los fieles difuntos [N],
que Dios se digne en su bondad admitirlos en
el coro de los elegidos.
R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.
Los acólitos con el micrófono y el libro asisten al sacerdote que se dirige al altar.
23. Concluye el sacerdote con la Oración después de los Dípticos:
Al final todos responden:
Amén.
El sacerdote añade esta conclusión:
Porque tú eres la vida de los que viven,
la salud de los enfermos
y el descanso de todos los fieles difuntos,
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Los acólitos con el micrófono y el libro asisten al celebrante principal.
24. [El diácono retira el velo que cubre las ofrendas] El celebrante principal dice la oración:
Al final todos responden:
Amén.
El sacerdote añade esta conclusión:
Porque tú eres nuestra paz verdadera,
caridad indivisible;
tú que vives contigo mismo
y reinas con tu Hijo y el Espíritu Santo,
un solo Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Los acólitos con el micrófono y el libro asisten al sacerdote que se dirige al pueblo.
25. El sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y dice:
La gracia de Dios, Padre todopoderoso,
la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo
y la comunión con el Espíritu Santo
estén siempre con todos vosotros.
R/. Y con los hombres de buena voluntad.
26. El diácono se dirige al pueblo y dice:
Daos la paz los unos a los otros.
27. Mientras el sacerdote con los ministros y los fieles entre sí se dan el saludo de la paz, entona el coro el canto de la paz:
El acólito del incensario añade el incienso necesario y después de que el sacerdote suba al altar, se coloca en un lateral y lo inciensa hasta el final de la plegaria eucarística.
28. El sacerdote [precedido de los presbíteros y de los ministros con incensarios humeantes] se acerca al altar y [vuelto hacia Oriente] dice:
Me acercaré al altar de Dios.
Todos responden:
A Dios, que es nuestra alegría.
El diácono dice:
Oídos atentos al Señor.
Todos responden:
Toda nuestra atención hacia el Señor.
El sacerdote, extendiendo [y levantando] las manos, prosigue:
Levantemos el corazón.
Todos responden:
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote dice [reverentemente y juntando las manos]:
A Dios y a nuestro Señor Jesucristo,
Hijo de Dios, que está en el cielo,
demos debidas gracias y alabanzas.
Todos responden:
Es justo y necesario.
29. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta:
30. Todos cantan:
[Según la costumbre todos se arrodillan]
31. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:
32. En inmediata conexión con su final prosigue:
El cual, la víspera de su pasión, tomó pan,
Toma la patena con el pan y, elevando los ojos, continúa:
dio gracias, pronunció la bendición,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Todos responden:
Amén.
Deja la patena sobre el altar. Toma el cáliz y prosigue:
Lo mismo hizo con el cáliz, al final de la cena, diciendo:
Todos responden:
Amén.
Deja el cáliz sobre el altar y, con las manos extendidas, dice:
Cuantas veces comáis este pan
y bebáis este cáliz,
anunciaréis la muerte del Señor
hasta que venga glorioso desde el cielo.
Todos aclaman:
¡Así lo creemos, Señor Jesús!
33. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:
Todos responden:
Amén.
34. El sacerdote junta las manos y concluye con la siguiente doxología:
Concédelo, Señor santo,
pues creas todas estas cosas
para nosotros, indignos siervos tuyos,
y las haces tan buenas,
las santificas, las llenas ☩ de vida,
Al decir «las llenas de vida» hace la señal de la cruz [con 3 dedos] sobre los dones sagrados.
las bendices y nos las das,
así bendecidas por ti, Dios nuestro,
por los siglos de los siglos.
[Todos se ponen de pie]
R/. Amén.
El acólito del incensario deja de incensar el altar y vuelve a su puesto.
Un acólito acerca el micrófono al sacerdote para las palabras de introducción al Credo.
35. El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo diciendo:
Profesemos con los labios
la fe que llevamos en el corazón.
Todos proclaman:
Creemos en un solo Dios Padre todopoderoso,
hacedor del cielo y de la tierra,
creador de todo lo visible y lo invisible.
Y en un solo Señor nuestro Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos.
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
nacido, no hecho, omoúsion con el Padre,
es decir, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho,
en el cielo y en la tierra.
Que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
[Nos inclinamos profundamente en adoración y confesamos]
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue sepultado, resucitó al tercer día,
subió al cielo,
está sentado a la derecha
de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
ha de ser adorado y glorificado,
y que habló por los profetas.
Y en la Iglesia
que es una, santa, católica y apostólica.
Confesamos que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados,
esperamos la resurrección de los muertos,
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Crédimus in unum Deum Patrem omnipoténtem,
factórem coeli et terræ,
visibílium ómnium et invisibílium Conditórem.
Et in unum Dóminum nostrum Iesum Christum,
Fílium Dei Unigénitum,
et ex Padre natum ante ómnia sæcula.
Deum ex Deo, Lumen ex Lúmine,
Deum verum ex Deo vero;
Natum, non factum, Omoúsion Patri,
hoc est, eiúsdem cum Patre substántiæ,
per quem ómnia facta sunt,
quæ in cælo, et quæ in terra.
Qui propter nos hómines,
et propter nostram salútem,
descéndit de coelis,
[Nos inclinamos profundamente en adoración y confesamos]
et incarnátus est de Spíritu Sancto ex María Vírgine,
et homo factus est.
Passus sub Póntio Piláto, sepúltus,
tértia die resurréxit,
ascéndit ad coelos,
sedet ad déxteram Dei Patris omnipoténtis.
Inde ventúrus est iudicáre vivos et mórtuos,
cuius regni non erit finis.
Et in Spíritum Sanctum, Dóminum vivificatórem,
et ex Patre et Fílio procedéntem,
cum Patre et Fílio adorándum et conglorificandum;
qui locútus est per prophétas.
Et unam sanctam Catholicam et Apostólicam Ecclésiam.
Confitémur unum baptisma
in remissiónem peccatórum,
expectámus resurrectiónem mortuórum,
et vitam ventúri sáeculi. Amen.
36. El coro entona:
Durante el canto, el sacerdote parte el pan consagrado y, mientras coloca las partículas en forma de cruz sobre la patena, va evocando los misterios de Cristo que se celebran en el año litúrgico:
38. El sacerdote dice con las manos juntas:
Oremos.
Si la oración del Padre nuestro se diriga al pueblo, un acólito con el micrófono y otro para sujetar el libro asisten al sacerdote.
A continuación recita la introducción al Padre nuestro:
39. El sacerdote prosigue sin interrupción, con las manos extendidas. [El pueblo puede orar de la misma manera]
1. Pater noster qui es in caelis;
sanctificétur nomen tuum.
R/. Amen.
2. Advéniat regnum tuum.
R/. Amen.
3. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
R/. Amen.
4. Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie.
R/. Amen.
5. Et dimítte nobis débita nostra,
sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris.
R/. Amen.
6. Et ne nos indúcas in tentatiónem.
R/. Amen.
7. Sed líberanos a malo.
R/. Amen.
Prosigue el sacerdote:
Libres del mal, confirmados siempre en el bien,
podamos servirte, Dios y Señor nuestro.
Pon término, Señor, a nuestros pecados,
alegra a los afligidos,
redime a los cautivos,
sana a los enfermos
y da el descanso a los difuntos.
Concede paz y seguridad a nuestros días,
quebranta la audacia de nuestros enemigos
y escucha, oh Dios, las oraciones de tus siervos,
de todos los fieles cristianos,
en este día y en todo tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por todos los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Un acólito acerca el micrófono al sacerdote.
40. El sacerdote eleva un poco la patena y el cáliz, mostrándolos al pueblo, y dice:
Sancta sanctis.
Lo santo para los santos.
41. Deposita sobre el altar la patena y el cáliz y, tomando la partícula -regnum- la deja caer en el cáliz, diciendo en voz baja:
Y la conjunción del Cuerpo y de la Sangre
de nuestro Señor Jesucristo
sea causa de perdón para nosotros,
que la tomamos y bebemos,
y de eterno descanso para los fieles difuntos.
[También puede mostrar la partícula regnum ya sobre el cáliz]
Un acólito con el micrófono y otro para sujetar el libro asisten al sacerdote.
42. El diácono se dirige al pueblo y dice:
Inclinaos para recibir la bendición.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.
El sacerdote dice:
El Señor esté siempre con vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Y el sacerdote, extendiendo las manos sobre el pueblo, imparte la bendición.
A cada una de las invocaciones de la bendición el pueblo responde: Amén. Al final de ellas el sacerdote [con las manos juntas] concluye con la siguiente fórmula, a no ser que en el Propio se indique una conclusión peculiar:
Por la misericordia de Dios, nuestro Dios,
que es bendito y vive y todo lo gobierna,
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
43. Antes de comulgar, el sacerdote dice en secreto una oración:
La comunión de este sacramento, Señor,
limpie las manchas de mis pecados
y me haga digno de cumplir el ministerio
que tengo encomendado;
encuentre en él, ayudado por ti,
apoyo en mi debilidad, santidad de vida
y gozo perpetuo en la compañía de tus Santos.
Recibe el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor y lo da a continuación al diácono.
[Después, los presbíteros reciben el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor]
Los acólitos se acercan para recibir la comunión antes que el resto del pueblo.
44. El sacerdote distribuye a los fieles el sacramento del Cuerpo del Señor, diciendo a cada uno:
El Cuerpo de Cristo sea tu salvación.
[Cada uno puede responder:
Amén.]
El diácono da a beber del cáliz diciendo:
La Sangre de Cristo permanezca contigo
como verdadera redención.
[Cada uno puede responder:
Amén.]
Durante la distribución de la comunión, se canta:
45. Terminada la distribución de la comunión, el coro entona [en pie] la antífona:
Un acólito con el micrófono y otro con el libro se acercan a la sede para asistir al sacerdote.
46. El sacerdote, de pie, recita [con las manos extendidas] la oración final:
[Se dan los oportunos avisos, si los hubiere]
47. El sacerdote saluda al pueblo diciendo:
El Señor esté siempre con vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Dos acólitos acercan el incensario y la naveta a la sede dónde está el sacerdote.
[ Statio mariana ]
El diácono dice:
Nuestra celebración ha terminado.
En nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Dios acepte nuestros deseos y plegarias en paz.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.
[ Canto de salida ]
Los acólitos se colocan en el pasillo central de salida y esperan para salir hasta que el sacerdote se retire.
El sacerdote [con el diácono] besa el altar y, hecha la debida reverencia con los ministros, se retira.